-Y es que todo tiene un principio y un final, los grandes exploradores de la historia, han tenido siempre infinidad de riesgos, en muchas ocasiones hasta han fracasado, y aunque lejos del fracaso, Rosetta y Philae no son menos.
En estos momentos, la sonda Rosetta orbita el cometa 67/P
Churyumov-Gerasimenko a algo menos de 300 millones de kilómetros de la
Tierra. Sobre la superficie, hace ocho días, despertó el robot Philae,
que había permanecido siete meses inactivo tras su aterrizaje en
noviembre del año pasado. Desde entonces, la ESA trata de obtener una
comunicación estable desde Rosetta, que ahora se encuentra a unos 200 kilómetros del cometa.
“Vamos a intentar volar por encima de Philae, más cerca, para conseguir conexiones más largas”, explica Martin, jefe de misión de Rosetta. Mientras ingenieros y científicos tratan de recolocar la sonda y acercarla a Philae
para mejorar la comunicación, el cometa se acerca al Sol y con el
incremento de temperatura aumenta también la actividad sobre la
superficie.
Ayer, la ESA prolongó la misión Rosetta hasta el final de septiembre de 2016. Antes, tratarán de explotar a Philae
hasta su último aliento, que podría llegar en los próximos tres meses.
Por el momento, según cuenta O’Rourke, coordinador de operaciones
científicas, el artefacto ha sido capaz de hacer funcionar el taladro
que lleva a bordo, pero no ha tocado la superficie para tomar muestras y
analizarlas. Los ingenieros tienen la capacidad para maniobrar el robot
y posibilitar la perforación, pero como en toda misión de exploración
extrema, las fuerzas están justas y, de momento, está primando la
seguridad y el desarrollo de experimentos que no impliquen tantos
riesgos y gasto de energía. Después, si se puede, se arañará la
superficie del cometa.
El 13 de agosto 67/P alcanzará su momento de mayor proximidad a la
estrella. Después, se volverá a alejar de los rayos solares y sus
paneles fotovoltaicos recibirán cada vez menos energía para alimentar la
sonda. Rosetta aprovechará la lejanía del Sol y el descenso
consiguiente de la actividad del cometa para acercarse a él y observarlo
con más detalle.
Poco a poco, conforme la misión se acerque a su fin, el satélite de
la ESA se aproximará cada vez más al cometa para observarlo con un
detalle sin precedentes tratando por el camino de fotografiar el lugar
de aterrizaje de Philae. El final de Rosetta no será
muy diferente del de Magallanes o Scott, muertos durante sus epopeyas en
los lugares que habían explorado. “El final más lógico para finalizar
la misión es colocar Rosetta sobre la superficie [del cometa]”,
considera Martín. El sacrificio en el altar del descubrimiento será
esta vez un montón de alta tecnología. Los humanos detrás de la aventura
no alcanzarán la gloria de aquellos exploradores antiguos, pero podrán
seguir planeando viajes a mundos extraños.
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